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Carmen Guerra
"La escuela es vida y los niños viven y conviven. Creo que la educación tiene que ser algo conjunto entre familia y escuela"
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"La escuela es vida y los niños viven y conviven. Creo que la educación tiene que ser algo conjunto entre familia y escuela"

Luis Miguel Martín

Martes, 12 de abril 2016, 16:58

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Carmen Guerra, maestra muy reconocida por todos los vecinos de Talayuela dejó las clases el pasado mes de diciembre tras jubilarse. Ella se define como una persona luchadora, a la que siempre le han gustado los grandes retos y como una enamorada de los niños y de la educación.

¿Por qué eligió ser maestra?

Por puro azar, a mí me hubiera gustado licenciarme en Exactas pero yo era de una familia humilde y esto dependía de una beca. Entonces elegí magisterio por matemáticas y luego ya me licencié. Fui de acceso directo y saqué de nota 8,5 y me dieron plaza. Entonces me encontré en mi primer pueblo Majadas, con mis niños y dije ¡qué bonito es esto!, para que me voy a complicar yo con Exactas si esto está muy bien. Terminé ahí y muchos compañeros me decían por qué has terminado en magisterio y dije bueno porque me siento bien, encontré mi sitio pero no porque yo desde pequeña hubiera querido hacer magisterio. Siempre me han encantado las matemáticas, los números me relajan.

A parte de su vocación como maestra ha estado ligada a otros desempeños culturales en Talayuela

Sí, empezamos la asociación cultural La Encina en el 1980, alguien vino a casa y me propuso, por qué no hacemos una semana cultural y entonces dijimos una semana cultural no, una asociación cultural, algo que tenga continuidad en el tiempo. Es verdad que siempre he sido muy activista de toda la cultura y de todos los derechos humanos y eso siempre me ha movido hacia ese tipo de cosas, estaba muy implicada desde el año 80 que vine aquí con el teatro, la música, el grupo folk, grupos de niñas de baile

¿Cómo definiría su etapa en el Gonzalo Encabo?

Aquellos años fueron difíciles, imagínate que en la década de los noventa nos vino un aluvión de inmigrantes. Para nosotros fue un terreno desconocido, tuvimos que enfrentarnos a situaciones nuevas y con gente que no sabes lo que saben, fue un momento de investigación y mucho trabajo. Lo urgente no nos dejó hacer lo importante pero tuvimos que atajarlo. Vivimos muchas situaciones; el típico niño que te venía sin zapatos o que venía oliendo mal, teníamos que ir a su casa a habar con su familia. Yo llegaba por la mañana y pensaba, por favor que la cosa funcione. Hay una anécdota que yo cuento siempre, en una ocasión vino el inspector y me dijo dónde está Manolo y yo le decía ha ido al mercadillo a comprar unas bragas para una niña marroquí que se había hecho pis. Se llamaba a los padres y no había teléfono, pero para mí aquello era luchar más que trabajar, a los días le faltaban horas para poder poner en marcha todo un programa de compensatoria y luego estaba la batalla social, fueron unos años complicados.

Pasan los años ¿y cómo es su etapa Juan Güell?

Esto fue rodado, vienes a un centro nuevo, luminoso, amplio, tenemos unos espacios impresionantes. Vinimos un equipo de gente que nos conocíamos y con mucha experiencia. Tuvimos los pequeños problemas de inmobiliario y tuvimos que hacerlo todo; desde proyectos educativos a proyectos curriculares. En este caso han sido años más tranquilos como yo digo siempre más manejables. Aquí se podían hacer otras cosas, allí eran retos tremendos, cuando no te llegaban dos o tres niños por sorpresa y las aulas estaban masificadas. Lo de dividir los centros fue algo beneficioso.

Dentro de los centros hacen un trabajo muy importante en cuanto a sociabilización pero ¿Qué opina sobre esa sociabilización fuera de las aulas?

En la escuela es fácil. Nosotros mientras que estamos aquí con los niños, te voy a decir que incluso cuando tú entras en un aula es muy difícil que tú diferencies a los alumnos. Hay gente que viene de fuera y no diferencia ya al marroquí del español, nosotros hemos luchado muchísimo por toda esa socialización, por llegar a una interculturalidad aunque sabemos que es un reto casi imposible pero es nuestra meta. Fuera es una multiculturalidad pero para llegar a ella es muy difícil, incluso ya por ellos mismos, no solo por nosotros, porque tú date cuenta que eso es un estudio estadístico, en el momento que una minoría pasa de más de un 30% deja de ser una minoría. Ellos no nos necesitan, tienen sus tiendas, sus bares, etc. En el colegio la comunidad marroquí es muy respetuosa con la normativa, si tú llamas a un padre marroquí viene rápido, y a los niños el material se compran todo, tienen mucho interés.

Esas problemáticas que vemos cada día que existen fuera de las aulas en nuestro pueblo ¿Cómo cree que afecta esa problemática al futuro de los que ahora son niños?

Es cierto que, por ejemplo en mi época vivíamos en la calle y la calle era el medio de relación. Era donde tú ponías en juego tus habilidades sociales y tenías el vigilante natural, que era el vecino, la madre estaba tranquila porque si tú estabas en la calle y no te cuidaba ella te cuidaba el vecino y eso es cierto que se ha ido perdiendo. El pueblo ha ido creciendo y se pierde ese hábito de estar en la calle, también vamos teniendo miedo a lo que pueda pasar, por ejemplo cuando yo era pequeña no teníamos televisión en casa y por eso salíamos a la calle, ahora el niño en la casa tiene el ordenador, la videoconsola, la televisión, etc.

¿Qué le aporta la escuela a un niño que no le aporta la familia?

Yo creo que compensación la escuela lo que hace es igualar un poco. Nosotros tenemos aquí niños que vienen de ambientes familiares muy desfavorecidos, donde no hay libros ni ordenadores. La escuela aporta un poco de compensación y sobre valores que yo creo que están latentes, el respeto y el compañerismo, aunque ahora está de moda que si en la escuela se aprende una cosa y en la casa otra, yo no estoy de acuerdo. La escuela es vida y los niños viven y conviven. Creo que la educación tiene que ser algo conjunto entre familia y escuela.

¿Prefiere la escuela alternativa o tradicional?

Yo creo que la escuela debe estar abierta a nuevas metodologías y las tradiciones son buenas pero también debe saber dónde se va. Uno tiene que mantener lo tradicional que yo creo que eso tiene su valor pero tenemos que estar abiertos a una pizarra digital, a un ordenador y ahora se está trabajando muchísimo lo que son las emociones. Ahora nos preocupamos mucho más por el rendimiento de los niños y los maestros estamos en un proceso de reciclaje continuo.

¿Qué opinión tiene sobre el proceso de evaluación en el sistema educativo?

Yo creo que la primaria debería ser más relajada. Odio cuando me pongo a explicar un tema y no disfrutan, me dicen esto va a entrar en el examen y les digo olvidaos del examen. Evaluar a los niños me parece mal porque lo que hacemos es etiquetar a los niños con números y yo creo que se centran más en intentar sacar un cinco o un seis y se olvidan de disfrutar lo que están aprendiendo, yo en primaria relajaría mucho más ese proceso de evaluación.

¿A qué edad se detecta más el sufrimiento por la separación de los padres en el momento de entrar al colegio?

Yo he estado 17 años en infantil y ahora existe el periodo de adaptación que es una maravilla. Pero cuando yo empecé tenía hasta 37 niños y unos se me agarraban a la pierna, otros a la cadera y esto era un escándalo tremendo y además cuando tú estudias psicología aprendes que un niño no tiene la concepción temporal organizada. Entonces cuando a un niño su madre le dice que voy a venir luego eso no lo entiende, el entiende tú me abandonas y yo lloro, y es a mí me da pena e intentas consolarle, pero ahora ya con el periodo de adaptación no hay ningún problema.

¿Cree que en el tema de las necesidades especiales hay suficientes respuestas?

No, nunca es suficiente, la verdad es que tenemos mucha diversidad, los equipos de orientación vienen una vez a la semana y deberían venir más, contamos también con una profesora técnica de servicio a la comunidad, lo que se llamaba antes trabajadoras sociales y deberían venir más, contamos con una PT y una de audición y lenguaje, pero ahora mismo están con el horario a tope, esos niños tienen para que trabaje bien y las terapias sean realmente eficaces, entonces se tiene que trabajar un niño o dos niños y ellas a veces se ven obligadas a trabajar con tres y cuatro porque no les queda más remedio tienen el horario lleno y tu imagínate esos niños dentro de una tutoría, pues yo creo que en este aspecto hacía falta más gente. Este año contamos con el programa REMA y con un programa de atención educativa que es para los centros de atención preferente, como lo es el nuestro. Ahora tenemos a una chica que está dando refuerzo a niños con necesidades educativas específicas.

¿Cómo sería su aula o su colegio ideal?

Mi colegio ideal sería un colegio en el que se tuviera en cuenta todas las partes de las emociones. Yo me defino como las emociones andantes, soy una persona muy emotiva y me gustaría que la escuela fuese un lugar donde hubiera más implicación de la familia. Es muy triste cuando organizas una reunión y vienen tres familias y es que no concibo la educación si no hay conexión con la familia. Además, en la escuela se deben tener en cuenta la mochila de problemas que algunos niños traen desde casa. Es muy importante para ellos.

¿Cómo definiría la metodología que emplea?

Pues soy muy participativa, no me gusta que los niños estén escribiendo demasiado rato sin que yo les controle. Me gusta que sea algo muy dinámico y participativo y que ellos vean que el aprendizaje se construye.

¿En todos estos años de trayectoria si se tuviera que quedar con un momento que le tocase la fibra de verdad, con cual se quedaría?

Elegir uno es imposible, tengo muchos. El otro día me escribieron una carta mis alumnos y me decían cosas como no te vayas nunca, te queremos, eres la mejor profesora. Entonces dices, que momento más bonito. Cuando me dicen siéntate conmigo que si no me pongo nervioso, cuando debería ser lo contrario. Cuando se gradúan mis alumnos y piensas, yo he formado parte de ese crecimiento, pues me siento bien. Elegiría cualquier momento, no me quedaría solo con uno.

¿Cuáles serán sus nuevos proyectos después de ser maestra?

Primero quiero que la vida me sorprenda, me voy a dar un tiempo sabático. Pero yo quiero hacer cosas, soy una persona muy activa. Me gustaría seguir aprendiendo cosas sobre el yoga que es una parcela que me gusta mucho y que seguiré investigando. Colaboraré con alguna asociación del pueblo como Caritas y por ultimo viajar.

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