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Bermejo en su plantación, en la que comenzará la recolección a mediados de este mes e.g.r.
Melocotones de calidad a base de veteranía
AGRICULTURA

Melocotones de calidad a base de veteranía

Barquilla de Pinares. Tras probar con varios tipos de frutas Bermejo se decantó por el melocotón amarillo, con el que triunfa

e.g.r.

Sábado, 6 de junio 2020, 12:51

El microclima que proporciona los regadíos donde se enclava la explotación junto a la variedad, recolectarlos en el momento justo, a unas horas concretas del día, «y sobre todo la veteranía», son las claves para que los melocotones amarillos de Miguel Bermejo estén considerados entre los mejores del país.

Y no lo dice él, sino sus propios clientes, muchos asiduos a Mercamadrid, quienes destacan el sabor de sus frutas y el buen hacer de Bermejo. «Llevo dos años intentando comprarle y no hay forma porque con antelación lo tiene todo vendido. La calidad se nota, y la gente lo paga con gusto», afirma Tito Pinares, vendedor ambulante de la zona.

Se puede encontrar a Bermejo a pie de melocotonero, en las 20 hectáreas que tiene en la finca El Brezal, de Barquilla de Pinares (pedanía de Talayuela), de donde cada año obtiene unos 200.000 kilos de producción, que principalmente vende en Mercamadrid y Mercatalavera, además de vendedores ambulantes de la zona y particulares que pasan por la finca atraídos por la calidad de sus melocotones.

Este productor local comenzó plantando tabaco Burley con su padre en el año 1976, más tarde se pasaron al Virginia y en 1995 a los frutales. A lo largo de estos años (en 2000 se hizo cargo de la explotación) ha probado con muchas variedades, también con nectarinas y paraguayas. Finalmente optó por el amarillo, concretamente por las variedades Cinca, Romea, Katerine, Guadalupe y Baby Gold 6. Bermejo –que en estos tiempos de coronavirus ha fumigado de manera altruista las calles de Barquilla con su tractor– insiste en la importancia de la experiencia, en ser honrado con sus clientes y en vender un producto de calidad. «El melocotón amarillo no aguanta tanto en las cámaras frigoríficas como el rojo. Hay que cortarle en su punto óptimo de madurez y solo de siete a once de la mañana. Si lo haces después, con más temperatura, se marcan al manipularlos. Cortado y en pocas horas puesto a la venta, sin intentar engañar ni meter otro de peor calidad. Ahí está la clave», concluye.

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