Borrar
Cadena de clasificación de espárragos
Suizos y alemanes se quedan con el espárrago extremeño
agricultura

Suizos y alemanes se quedan con el espárrago extremeño

Extremadura tiene unas 567 hectáreas de este cultivo, menos del uno por ciento del total regional, y el año pasado logró enviar a los mercados europeos unos tres millones de kilos

JOSÉ M. MARTÍN

Viernes, 27 de mayo 2016, 14:00

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Los espárragos tienen que salir al mercado con una medida de 22 centímetros de largo, según marca la normativa, lo que unido a las características propias de este cultivo supone que su recolección no se pueda mecanizar y encarece su precio. «En España casi no se consume el espárrago en fresco, porque es muy caro y porque no tenemos cultura de hacerlo, preferimos la conserva que es más barata. Ya en el año 2000, un manojo de un kilo valía entre siete y ocho marcos alemanes», expone Teófilo Moreno agricultor miembro de UPA-UCE y buen conocedor de este cultivo en el norte de Extremadura.

Así, los espárragos blancos para consumir en fresco que se producen en la región van a la exportación, siendo Alemania y Suiza los destinos prioritarios. En 2015, en la región se produjeron unos 4,25 millones de kilos en las 567 hectáreas cultivadas, pero no todos se dirigieron a mercados extranjeros. Algunos se utilizaron para hacer conservas o se vendieron a industrias españolas. Según las estimaciones, se exportó un 70 por ciento de la producción, alrededor de tres millones de kilos, de espárragos blancos en fresco.

Actualmente, en la región ya solo queda una industria que se dedica a los espárragos, La Huerta de La Vera, ubicada en Rosalejo. Esta empresa tiene sus propias plantaciones, unas 130 hectáreas de espárrago blanco, lo que supone un 22 por ciento del total regional. Por sus instalaciones pasaron en 2015 más de 700.000 kilos de espárragos, de los que la mitad fueron a la exportación y la otra mitad se dirigieron a conservas, que se comercializan bajo la marca La Huerta de La Vera.

La venta del producto en Europa tiene sus tiempos y peculiaridades. «En los países europeos existe una conciencia de defensa del producto nacional entre los consumidores que en España no hemos tenido, aunque es cierto que últimamente ya se va notando», apunta Javier Batzán, director comercial de La Huerta de La Vera. «Me acaban de llamar de Alemania para decirme que ya no quieren más espárragos y estamos a mediados del mes de abril», puntualiza este empresario.

Y es que los espárragos extremeños se venden en Centroeuropa hasta que en los lugares de destino comienzan las campañas de recolección. A partir de ese momento, los consumidores europeos se decantan por los productos de su país, lo que significa que los mercados ya no solicitan mercancías fuera de sus fronteras. «Sus espárragos son de peor de calidad y más caros, pero aún así te echan del mercado», según Moreno.

Alemania, además de ser el mayor consumidor de espárrago en fresco, se ha convertido en los últimos años en el mayor productor. Es un detalle que dificulta la llegada de producto extremeño a este país. «Eso sí nos ha hecho daño, porque no es una cuestión de precio. Los alemanes tienen un alto poder adquisitivo, cuidan su producto y hacen mucha promoción del espárrago nacional», señala Batzán. Ante esta tesitura, los productores extremeños tratan de vender su cosecha en fresco en los mercados europeos antes de que se inicien las campañas de recolección en estos países. «El objetivo es tener toda la cosecha vendida antes de que eso suceda», remarca Batzán.

En este sentido es beneficiosa la climatología de nuestra región, que posibilita que los espárragos puedan cogerse varias semanas antes que en latitudes superiores. La actual campaña de recolección, pese a iniciarse en el mes de febrero cuando lo habitual es que comience a principios de marzo, no está siendo nada positiva para los agricultores extremeños. «Va a ser una muy mala», reconoce Luis Izaguirre, encargado de las fincas de cultivo de espárragos que La Huerta de la Vera tiene en las proximidades de Mérida y de Badajoz. «Vamos a tener un 40% menos de espárragos que el año pasado», añade Batzán. Ambos achacan este problema al «tiempo tan extraño que ha hecho y que está haciendo».

Izaguirre dice que las plantas necesitan unas 400 horas de frío -considerando frío en torno a los dos grados- y este invierno no las han tenido. Además, el espárrago es un producto que necesita calor para crecer y las temperaturas tampoco están siendo las habituales de estas fechas. «Hemos tenido un invierno suave y la planta, que se suele abrir en primavera, se ha abierto antes. Pero los meses de marzo y abril han llegado con agua y más frío del que esperábamos y los espárragos salen en poca cantidad», según este empresario.

A poco más de un mes de que finalice la campaña, por La Huerta de La Vera han pasado unos 320.000 kilos de espárragos, una cifra muy inferior a la de 2015. La mayor parte del producto se ha mandado a la exportación, mientras que en las últimas semanas de campaña los espárragos se utilizarán para las conservas.

En el campo

El cultivo del espárrago blanco tiene bastantes particularidades. La primera de ellas es que se recoge de noche, en jornadas de trabajo que empiezan cerca de la medianoche y se prolongan hasta más allá de la madrugada. «Se hace así porque es un producto muy delicado y su categoría viene marcada porque sea blanco como la nata y tenga la cabeza cerrada», indica Izaguirre. El sol y el aire hacen que la verdura adquiera tonalidades moradas y la cabeza se abra.

Acercarse hasta una parcela en la que hay trabajadores en plena faena es ver un campo plagado de pequeños haces de luz que apuntan hacia el suelo. Los temporeros, que en su mayoría trabajan a destajo, llevan linternas en la cabeza, como los mineros, o colgadas del cinturón. «El problema de trabajar a destajo es que si el año viene peor, como este, se gana menos dinero, pero por lo general nos sale más rentable así que a jornal», dice Juan Robledo. Él es de Jaén y lleva cinco años desplazándose a Extremadura para la recogida de espárragos junto con Cristina Laserna, su mujer. «Al haber menos producción, trabajamos unas cinco o seis horas diarias y ganamos entre 50 y 60 euros por jornada de trabajo, mientras que el año pasado podíamos llegar a los 80 ó 90, aunque echando muchas más horas», se lamenta este temporero, cuya labor consiste en sacar los espárragos que asoman la cabeza de la tierra cortando con la gubia -un herramienta alargada- en la parte baja del lomo, que es el montículo alargado de tierra que cubre las plantas.

El espárrago es un cultivo muy intensivo, en cuanto a mano de obra. «En nuestras 130 hectáreas tenemos 250 trabajadores», apostilla Batzán. El trabajo en el campo está mecanizado, menos la siembra y la recogida, por lo que es muy trabajoso.

Las producciones varían mucho dependiendo del año. «Cada mata puede dar 30 espárragos en campaña y cada hectárea produce alrededor de 6.000 kilos, siempre dependiendo de la climatología», recuerda Moreno.

Las esparragueras se siembran cada diez o doce años, «por lo que hay que hacerlo en unas condiciones óptimas y que la raíz sea muy buena», dice. Las tierras ideales para este cultivo son las legamosas y arenosas, porque son más fáciles de trabajar y producen mejor. «Se calientan rápidamente cuando les da el sol y el espárrago tiende a salir más temprano», añade este agricultor.

La plantación se realiza entre febrero y marzo, cuando acaba el frío y no se esperan heladas, y se hace a mano. «El primer año no se coge producción y el segundo solo se coge unos pocos días, para no castigar mucho a la esparraguera», añade Izaguirre.

Es a partir de ese segundo año cuando la planta está en plena producción y el tiempo de recogida va aumentando. Tras la plantación, en junio hay que comenzar a regar. «Es un cultivo que necesita mucha agua, tanta como el maíz», manifiesta Izaguirre. El sistema de riego más habitual es por gravedad, aunque hay terrenos de riego por goteo.

El abonado es muy importante, ya que hay que alimentar bien la tierra. «Si la plantación es nueva, se hace antes de sembrar y si ya se han recogido espárragos, cuando acaba la campaña», apunta el responsable de los cultivos de La Huerta de La Vera. En este segundo caso, una vez que se reparte el abono se deshacen los lomos y el terreno queda llano.

El riego se mantiene hasta mediados de septiembre y durante el verano hay que observar las parcelas y las plantas para ver si es necesario tratar el cultivo contra las posibles enfermedades, como 'la roya' que es la más común y debilita la esparraguera afectando a su producción.

En noviembre, una vez que la planta está seca, se siega y a primeros de diciembre se prepara la tierra para la campaña. Esta preparación consiste en hacer los lomos. «Se hacen de unos 30 centímetros, para que los espárragos crezcan hasta el tamaño necesario bajo tierra manteniendo su color blanco», expone Izaguirre. Una vez que los lomos están hechos, se tapan con plásticos negros, para evitar que le dé el sol a los espárragos que van creciendo. «En ocasiones, la tierra se acolcha con plásticos también negros para que el sol caliente más la tierra y los la verdura nazca más temprana, con el objetivo siempre de llegar cuanto antes a los mercados europeos», insiste Moreno.

Los lomos se mantienen tapados hasta que empieza la recolección, por lo que los trabajadores deben destaparlos y volver a cubrirlos en cada jornada. «Hay que coger todos los días, porque los espárragos tienen mucha fuerza y pueden romper los plásticos o doblarse y los días que llueve se hace muy duro. Además, esto es de lunes a domingo, en campaña no se descansa ningún día», relata Robledo, que a pesar de las complicaciones, prefiere el trabajo nocturno.

La campaña de recolección comienzan en el mes de marzo, aunque este año se ha adelantando, y se extiende hasta finales de mayo o principios de junio. Las dificultades climatológicas, con demasiadas lluvias este año, han motivado que las sesiones de trabajo de los primeros meses de recogida empiecen en las últimas horas de la tarde.

Industria

Los espárragos, una vez cortados se conservan en camiones frigoríficos y se trasladan hasta las industrias. Una vez allí, el proceso se inicia realizando un muestreo del producto que llega del campo. Esto se hace porque los trabajadores cobran dependiendo del volumen recogido y el precio al que se paga es diferente si se trata de primera o de segunda categoría.

A continuación se mete la verdura en agua para su lavado y pasa a la zona de corte, para ajustarlo al tamaño exigido por los mercados, y de clasificación. Posteriormente se hacen manojos de un kilo o de medio kilo, se meten en cajas y quedan listos para el transporte. «Un espárrago en fresco está en manos de los consumidores alemanes a los tres días de salir de la tierra en Extremadura», afirma Batzán, que en campaña tiene 70 trabajadores en la fase industrial.

La manipulación del espárrago verde, del que en 2015 había unas 180 hectáreas en la región, es la misma. Pero en el campo tiene algunas diferencias. Este producto adquiere su color por el sol, por lo que no son necesarios los lomos en las parcelas, crece en superficie y se puede coger durante el día. Además, se pueden sembrar más matas en el mismo terreno.

Para exportar es necesario estar en posesión de los certificados agrícolas. «En este caso es el Globagap, que es una certificación de buenas prácticas en campo. Además, tenemos los correspondientes certificados de calidad para las manipulaciones en fábrica. Con eso es suficiente para poder exportar y no hay más dificultades que la propia competencia», apunta el empresario.

Esta competencia es la que ha supuesto que las tierras dedicadas a este cultivo hayan ido descendiendo en Extremadura. «En el año 2000 había unas 8.000 hectáreas, entre espárrago verde y blanco», rememora Moreno. Desde entonces, el terreno se ha ido reduciendo paulatinamente, hasta llegar a las 747 hectáreas que se cultivaron en el año 2015, según datos de la Junta de Extremadura, lo que supone algo menos de un uno por ciento del total de los cultivos regionales. La valoración económica de la producción de espárragos en la región en el año 2014 fue levemente superior a los ocho millones de euros.

«Nosotros también hemos descendido, de las 200 hectáreas que teníamos hemos pasado a las 130 actuales. Vamos para abajo porque el mercado no permite más. Tenemos mucha competencia a nivel mundial, tanto en fresco como en conserva», entiende Batzán, que reconoce que hace unos años era más rentable la conserva que el fresco. La entrada de competidores extranjeros en ese mercado cambió las tornas. «Perú y China pusieron precios muy bajos. Nosotros también tuvimos que bajarlos, pero esto nos supone dos problemas: no llegamos a sus precios, porque no podemos competir con ellos en mano de obra y menos en una producción de este tipo, y tampoco conseguimos un beneficio por nuestro producto», comenta el empresario, que pese a ello ve aspectos positivos en el mercado nacional, como es que los consumidores españoles cada vez tengan más en cuenta los productos locales a la hora de comprar.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios