CELESTINO J. VINAGRE
Lunes, 22 de enero 2018, 19:20
El problema del envejecimiento en regiones como la extremeña se vislumbra de forma evidente con la actividad agraria. La estadística del Ministerio de Agricultura respecto a los perceptores de la última campaña de la PAC con datos cerrados, la de 2016, deja varios datos contundentes en Extremadura. Uno, que el 40% de los beneficiarios de las ayudas directas que llegan de la UE tienen más de 65 años. Casi punto y medio más que la media nacional. El segundo es que solo el 8% de los que recibieron subvenciones tenían entre 25 y 40 años.
Los datos del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), que gestiona en España las ayudas europeas al campo, abordan también la distribución de ayudas de desarrollo rural, otra vía apreciable para el mantenimiento de las explotaciones y, en definitiva, el mundo rural. Aquí el porcentaje de beneficiarios de mayor edad baja apreciablemente respecto al de ayudas directas. Lógico. En desarrollo rural se incluyen, por ejemplo, los que reciben subvenciones para jóvenes agricultores, que son los que tienen menos de 40 años.
La estadística del FEGA señala que las ayudas de desarrollo rural las cobraron 18.803 personas en la región. 11.409 tenían entre 40 y 65 años (60,6%); 4.079 más de 65 (21,6%); 3.066 entre los 25 y 40; y 249 menos de 25 años.
Los datos del conjunto nacional hablan también de unos beneficiarios menos envejecidos que los extremeños. De 149.925 perceptores, un 64% de ellos, 96.281, estaban entre los 40 y 65 años. 30.968 superaban los 65 (20,6%) y solo 2.001 (1,3%) eran menores de 25 años.
El detalla de las ayudas directas de la PAC, según Agricultura, ofrece distintos números pero una sola lectura: el campo extremeño tiene un serio problema de relevo generacional.
Pensiones y oportunidades
En el ejercicio de 2016, 54.928 fueron los perceptores extremeños de ayudas directas de la PAC. 36.534 hombres (67,6%) y 18.394, mujeres (33,4%). De esos casi 55.000 beneficiarios, 22.020 (13.868 hombres y 8.152 mujeres) superaban o igualaban la barrera de los 65 años.
Otras 27.690 personas que recibieron ingresos por subvenciones estaban entre los 40 y 65 años y 5.200 tenían menos de 40 años (y de aquí solo 301 menos de 25).
En España, el total de beneficiarios ascendió a 750.193 y más de la mitad, 393.823, contaban entre 40 y 65 años, 52,5%. El otro buen porcentaje, el 38,7%, 290.951, era para los que contaban con más de 65 años.
El Gobierno no dispone de estadísticas históricas anteriores exactamente idénticas a las realizadas para la campaña 2016. Tan solo muestra un informe similar del ejercicio de la PAC de 2012. Entonces, el porcentaje de perceptores de ayudas directas de la PAC mayores de 65 años en Extremadura fue también del 40% . Exactamente, 40,19% frente al 40,09% de 2016).
Según Agricultura, no habría crecido en seis años el porcentaje de beneficiarios más veteranos. Eso sí, se ha producido una reducción apreciable de perceptores en total, casi 6.000. En 2012 fueron 60.295 beneficiarios (18.878 mujeres, el 31,4%; 41.417 hombres, el 68,6%).
«Seguro que ha crecido el porcentaje respecto a cómo estaba la situación una década atrás, aunque el Ministerio no tenga datos ni nosotros tampoco. No hace falta ser experto», resalta Juan Metidieri, presidente de Apag Extremadura Asaja.
«La población rural envejece y también los que reciben ayudas por trabajar en el campo. No hay duda. Y si el dato de 2012 no es peor que el de ahora es porque estábamos en plena crisis y mucha gente se refugió en el sector agrario pero ahora eso ya no es así», enfatiza Ignacio Huertas, secretario general de UPA-UCE.
«Hay muchos jubilados entre beneficiarios de la PAC. Conozco casos de gente que se prejubiló a los 55 años pero a los 65 han vuelto a la explotación porque definitivamente con la pensión no les llega», relata el presidente de Apag Asaja.
Para Metidieri, el factor con más peso para que el campo envejezca paulatinamente es que «faltan jubilaciones decentes. Si no se cobran pensiones mínimas, el agricultor o el ganadero aguanta mucho más y puede estar trabajando hasta por encima de los 65 años. Hay que hacer un gran acuerdo para cambiar esta situación porque si no es así seguiremos con esta tendencia». «Si la gente no se jubila a su tiempo o antes, si es posible, se cierra la puertas a otros que quieran incorporarse a la actividad agraria», remata.
Desarrollo en los pueblos
Otro aspecto es que «los jóvenes de ahora no se implican con tanta fuerza en todo lo relacionado con el campo como, por ejemplo, los de mi generación. No quieren saber casi nada de entrar en directivas de cooperativas o en movimientos asociativos».
Un tercer factor sería el de mejorar «todo lo que se pueda, desde el punto de vista administrativo, el camino para que un joven se incorpore a la actividad agraria. No se trata tanto de conceder ayudas para eso, que siempre vienen bien, sino de eliminar papeleo lo más posible», a juicio del dirigente de Apag.
«Con unas pensiones de miseria, las peores de todos los sectores para la gente del campo, se explica mejor por qué tenemos problemas de relevo generacional», confirma Ignacio Huertas. «Pero también se explica por la ausencia de medidas y de presupuestos que hagan realmente posible la idea de dedicarse a la actividad agraria y que nuestros pueblos sigan vivos, ofreciendo servicios y oportunidades», agrega el dirigente de UPA-UCE.
Entre ellas, reclama la recuperación de la ayuda por el cese anticipado de la actividad agraria, que eliminó Bruselas «cuando había funcionado muy bien no solo para renovar el censo agrario sino también para dotarle de mayor competitividad a las explotaciones».
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