

Tras la reunión, celebrada el pasado 11 de junio, del jurado del certamen de relatos 'Severa Galán' se ha conocido que la ganadora de esta tercera edición es Cinta Pérez Urrea, por 'El punto de fuga'.
El jurado formado por Chelo Sierra, escritora; Lola Sánchez Lázaro, abogada e historiadora, Beatriz Castaño Vizcaíno, profesora de Lengua Castellana y Literatura del IES « San Martín» de Talayuela, Enrique Martínez Ruiz, Historiador y Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y José Luis Bernal Salgado, profesor y Catedrático de Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNEX, falló los premios correspondientes a esta edición.
Entre los premios, a la ya mencionada Cinta Pérez hay que sumar el accésit que este año ha recaído en Carlos García Valverde, por 'El encargo'.
La Gala de entrega de estos premios será el próximo Viernes 25 de Junio en la Casa de la Cultura de Talayuela a las 20:00 horas. El año pasado, por las circunstancias que nos ha tocado vivir, no se pudo hacer entrega de los mismos, por lo que en este día se hará entrega de los premios tanto de la segunda, como de esta tercera edición.
Amalia Bravo
Desde la Asociación Severa Galán y en el mismo acto y con el slogan «…en homenaje a la mujer de Talayuela» se procederá al «Reconocimiento» de la vecina de nuestro municipio Amalia Bravo Igual de 102 años de edad.
«Nos acercamos a la Residencia del Romeral para entrevistar a Amalia Bravo Igual. Es la segunda mujer más longeva de Talayuela y, desde el Certamen Severa Galán, le queríamos hacer unas preguntas para un posterior reconocimiento por su trayectoria vital.
Apareció en la silla de ruedas con una sonrisa que le iluminaba la cara y que no la desapareció en todo el tiempo que estuvimos con ella. Nos miraba con la misma curiosidad con que se mira aquello que no conocemos. Sus ojos abiertos estaban fijos en la cámara para salir guapa en la foto. Momentos de clarividencia absoluta, donde hablaba de su vida y otros en los que su mente se marchaba a un mundo que solo le pertenece a ella.
¡Qué extraña vestimenta le pone la vejez a la piel de nuestro cuerpo! Cuántos rostros distintos habitan este viejo cuerpo en el que vivimos cuando al mirarnos solo ven la vejez de Amalia y la de cualquiera de nosotros. Solo sus palabras traían con ellas aromas de aquella niña de ojos claros, con una cinta de terciopelo que sujetaba con un lazo su largo pelo mientras corría y reía por las calles de Talayuela jugando con sus amigas. O aquella joven que se divertía con la inocencia juvenil en las ferias de San Marcos donde todo era bailar y bailar. Le salía por sus ojos el aroma a jabón casero en la joven que nunca fue a lavar a la Andonera porque tenían un huerto que le atravesaba un arroyo de agua transparente. A rato sus palabras hacían presente a la joven que se enamoró de Manuel y tuvieron una pensión en Talayuela. Amalia, su marido y dos hijos se marcharon a Francia buscando un futuro viviendo en Sant Denis empaquetando sus recuerdos y su vida. Se adivina en ella la mujer madura que con más de tres tercio de su vida ya vividos llegaron nuevamente a Talayuela a vivir el júbilo de la jubilación. ¡Qué extraña vestimenta le pone la vejez a la piel de nuestro cuerpo que les impide ver lo que realmente somos a quienes nos miran!
Todas esas mujeres continúan existiendo dentro de Amalia y conviven con ella acompañándose mutuamente. Es más, en los más adentro de sí misma, continúa siendo la misma niña con una cinta de terciopelo sujetando su largo pelo corriendo y riendo por las calles de Talayuela».
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