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Los tabaqueros recelosos ante la PAC que impondrá Bruselas
AGRICULTURA

Los tabaqueros recelosos ante la PAC que impondrá Bruselas

Temporal. En abril y mayo, las lluvias retrasaron la plantación y en septiembre, las tormentas, la cosecha

ANTONIO GILGADO

Lunes, 5 de octubre 2020, 21:43

Más de 1.200 familias viven del tabaco en el norte de la región. El Campo Arañuelo y La Vera concentran al 95% de la producción nacional de un cultivo al que le asaltan las incertidumbres.

Pablo Díaz es uno de los tabaqueros más conocidos. Explota unas doce hectáreas, preside la cooperativa Cotabaco en Talayuela y forma parte de la Interprofesional, un órgano en el que confluyen agricultores, cooperativas y comercializadoras.

Esta campaña –cuenta– la terminan mirando al cielo y escuchando lo que se habla en Bruselas. El tiempo ha retrasado los ciclos y los políticos quieren excluir al tabaco en la futura PAC. Demasiadas incertidumbres para ser optimistas.

Las lluvias de finales de abril y principios de mayo retrasaron mucho la plantación y ha sido imposible recuperar el tiempo perdido durante el ciclo.

Empezaron a recoger en agosto y no terminarán hasta noviembre.

Demasiado tardío. El último contratiempo llegó hace tres semanas. Las tormentas descargaron con fuerza sobre las hojas ya adelantadas y listas para cortar.

2.600 hectáreas dañadas en Aldeanueva, Robledo y Jarandilla fue el balance oficial. «Sobre todo lo hemos sufrido en las plantaciones cercanas a los arroyos que nutren las fincas de la Vera, apretó mucho la lluvia en pocos días».

Tampoco ayudó el calor de agosto, un mes que suele refrescar en el norte de Cáceres. «No recuerdo una cosecha con tantos contratiempos como ésta».

Ahora toca esperar a que los técnicos de Agroseguro evalúen definitivamente los daños. No esperan mucho. Dicen que si hay muchos afectados apenas habrá compensaciones.

Lo peor –explica Díaz– es que para algunos campos la cosecha ya se ha acabado sin haber llegado a la tercera planta foliar, la que da realmente la calidad a la producción.

No podrán entrar las máquinas y habrá que recoger a mano lo poco que se salve para los secaderos. Este tipo de contratiempos tiene una evidente repercusión social. Cada tabaquero suele llevar más de diez hectáreas y habitualmente trabaja toda la familia en la cosecha. «Cada explotación es un proyecto familiar, por eso es tan importante este cultivo en la zona, por su carácter social».

A esto hay que unir que en las cooperativas demandan operarios para curar, llenar contenedores y seleccionar. Y si no hay nada que recoger, poco van a empaquetar.

En Cotabaco, por ejemplo, tienen ahora a medio centenar de empleados.

El clima

El clima da la puntilla a un sector con los márgenes muy ajustados. De ahí la incertidumbre generalizada que se palpa en cada reunión de la Interprofesional.

Un estudio de costes redactado el año pasado entre economistas de las cooperativas y del Ministerio de Agricultura estimó que cultivar un kilo de tabaco en el norte de Cáceres cuesta entre 2,60 y 2,65 euros.

El problema es que los transformadores están pagando entre 2,35 y 2,40.

Las cuentas salen en las familias de los tabaqueros gracias a los derechos históricos reconocidos por la PAC. Y aquí viene el otro gran problema de este año.

Bruselas no parecen dispuestos a seguir financiado estos derechos. Las negociaciones de la nueva política agraria común entran en su fase final y en el tabaco siguen siendo muy pesimistas.

Nuestra esperanza, explica Pablo Díaz, es que las negociaciones que haya para el reparto nacional no nos marginen porque entonces todo el norte de Cáceres se hunde.

En la Interprofesional recuerdan que sectores auxiliares como el de los fitosanitarios o el de la maquinaria agrícola, además de la contratación temporal de recolectores, también forman parte del entramado económico que depende de los derechos históricos.

Los derechos históricos parecen el único salvavidas. Ya nadie habla del manido discurso de cultivos alternativos.

Mucho se ha hablado y poco se ha conseguido. «Antes escuchábamos con atención cuando nos proponían una reconversión, pero ahora nos echamos a reír. No la hay».

El tabaco en rama se cría en un ciclo muy largo. Solo lo sacan adelante agricultores cualificados y con dedicación exclusiva. Y en estos momentos cuesta ver nichos en los que acomodarse.

Hay quien intenta alternar con el pimiento, pero no todas las parcelas permiten una rotación constante de pimiento y tabaco.

Hay saturación en el tomate, en los frutales o en la almendra. «Cuando nos dicen que están buscando una alternativa en realidad lo entendemos como una excusa para no apoyar lo nuestro». De ahí el recelo que despierta en el Campo Arañuelo las conversaciones de la nueva PAC.

Otro camino a explorar pasa por mejorar la rentabilidad en el campo. Abaratar costes de producción y conseguir mejores rendimientos. En la Interprofesional cuentan que han evolucionado hasta el máximo los tratamientos, el curado, el secado y el empaquetado. Los test de calidad de las comercializadoras avalan ese trabajo.

Ahorrar a base de perder calidad tampoco es el camino a seguir porque lo que ganas limitando costes se pierde vendiendo más barato.

Mientras Bruselas decide y el tiempo da una tregua, Cetarsa ha empezado ya a comprar la cosecha.

En esta empresa pública también participa la distribuidora Altadis y suele llevarse casi todo lo que se produce en la región.

Carga entre 18 y 20 millones de kilo cada año. Menos mercado para la multinacional italiana Delta Fina, apenas unos cuatro millones. Mantiene su vinculación gracias a la colaboración en el pasado con Agroexpansión.

La británica British American Tobacco sigue sin interesarse por lo que se cultiva en Extremadura. En la Interprofesional critican que una compañía con una cuota de mercado de entre el 8 y el 10% en España a través de marcas como Lucky Strike y Pall Mall no se lleve ni un solo kilo de lo que se produce en España. «Su compromiso era de un millón de kilos cada año y ahora no lo hacen. Hablamos con sus directivos, pero siguen siendo reacios, no por la calidad, sino porque quieren proteger a sus productores».

El mercado mundial del tabaco lo dominan cuatro grandes multinacionales: Philip Morris, Japan Tobacco International, Imperial Brands y BAT. Las tres primeras, explican, mantienen un compromiso con la sostenibilidad de la producción española de hoja.

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